miércoles, 10 de abril de 2013

pensamientos


Llovia y hacía un dia frio de esos que no apetece salir de casa, pero alli, sentado en el banco bajo la luvia había una persona sentada, el paraguas no le servia de nada porque las rafagas de aire hacían que el agua fuera de un lado a otro mojandolo todo.
Al irme acercando vi con estupor que era el marido de la Sra. Rosa, aquel viejecito que cojeando llegaba  cada día a las 4 en punto y llamaba a la puerta para ver a su mujer que estaba ingresada con Alzheimer.
Si era él que mojado y muerto de frio esperaba a que fueran la hora de cada día.
Me acerque y le pregunte que hacía alli sentado bajo la lluvia.
Me miro y me contesto que esperaba que fueran las 4 de la tarde para llamar, no lo hacía antes por no molestar.
Lo tome del brazo y le dije, venga yo le abrire.
-No señorita no se moleste, ya esperare.
-¿A que?, ¿a coger una neumonía?
Le hice pasar, le dí una toalla para que se secara, le di un cafe con leche caliente, lo tape con una manta y llame a su hija para que le trajera ropa seca.
Me entere luego que su hija no le dejaba venir nada mas que por las tardes a ver a su esposa, le había engañado diciendo que las horas de visita empezaban a las 4 de la tarde cuando en realidad no tenemos horario de visitas, los familiares pueden entrar y salir cuando quieren, ya que para entrar solamente tienen que utilizar sus huellas dactilares en el lector de la puerta.
Era un hombre delicado de salud, pero con un corazón más grande que un camión con trailer de alto tonelaje.
Su mujer no lo conocía, le daba patadas, bofetones, insultaba, escupia, estaba deformada por los años, la enfermedad...
pero a los ojos de él continuaba siendo su ROSITA. Aquella joven que hacía muchos años lo enamoro.
El día que su mujer falleció, nos pidio que lo dejaramos solo durante unos momentos en la habitación con ella, desde fuera oiamos su llanto.
Poco despues ingresó él y con nosotros estuvo durante casi dos años (murio de cancer de pulmón). Nunca se quejo de dolor a pesar de que lo veiamos sufrir.
El recuerdo que tengo de él es de una persona maravillosa que le traía pequeños panecillos de leche untados de mantequilla y con jamón a su amada que lo trataba como a un desconocido en ocasiones y como a un enemigo en otras.
Así que este relato no me sorprende yo he visto lo que es el amor sin artificios ni mentiras.
Gracias por recordarme que existe.
Besos.

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