lunes, 31 de marzo de 2014

El pozo

Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades 
del planeta. 
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes ...pero pozos al fin. 
Los pozos se diferenciaban entre sì, no solo por el lugar en el que estaban 
excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el 
exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de 
metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más 
pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra. 
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las 
noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado. 
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún 
pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie 
debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo 
superficial sino el contenido. 
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de 
cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron 
de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y 
fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas 
posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos 
ideológicos y de revistas especializadas. 
Pasó el tiempo. 
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar 
nada más. 
Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos se conformaron, hubo 
otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su 
interior... 
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió 
aumentar su capacidad ensanchándose. No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos 
gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más 
espacio en su interior. 
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus 
camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían 
hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno 
perdería su identidad... 
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su 
capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más 
hondo en lugar de más ancho. 
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la 
tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo 
contenido... 
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego , cuando vio que no había otra 
posibilidad, lo hizo. 
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás 
se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho... 
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: 
adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!. 
Nunca antes otro pozo había encontrado agua... 
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, 
humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua 
hacia fuera. 
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era 
bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, 
empezó a despertar. 
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en tréboles, en flores, y en 
troquitos endebles que se volvieron árboles después... 
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a 
llamar "El Vergel". 
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro- 
contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos 
quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se 
dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. 
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas... 
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del 
vacío... 
Y también empezó a profundizar... 
Y también llegó al agua... 
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo... 
-¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No sé lo que 
pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay. 
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento. 
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que 
habían encontrado en el fondo de sì mismos era la misma...Que el mismo río 
subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían 
comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino 
que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto: 
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el 
coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que 
tienen para dar... 
Jorge Bucay

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